La UNE con las claras a punto de nieve

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    Por Dalila Huitz

    Escribiendo en Vox Populi

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    Mi mamá decía que había que sacar de la cocina a la gente que cortaba todo, en aquel entonces, yo tenía unos 10 años y me mantenía muy vigilante de cómo preparaba el rice and beans, las tortillas de harina y otras delicias caribeñas, recuerdo que estaba haciendo lo que en Barrios conocemos como: “queque”, un “cake” dirían por gringolandia, sudaba batiendo huevo, mantequilla, leche, etc., cuando en un instante entró una vecina que “fregó todo”, solo vi a mi mamá salir a la pila que estaba cerca de nuestra cocina, todavía puedo recordar su rostro enojado, pero muy educada le dijo, platicamos más tardecito que estoy pendiente de unas cosa… mi vecina, una señora de sangre un poco fuerte, de esas vecinas que uno no puede dejar de saludar aunque no se quiera, había cortado la espuma de las claras de huevo a punto de nieve que a mi madre le había llevado un buen tiempo batir.

    Aquella tragedia nos privó de un buen pan de vainilla con pasas, mi mamá remató conmigo y me dijo, la próxima vez que veas venir a alguien y yo esté haciendo queque o tortillas, me decís, ¡a esa gente no hay que dejarla entrar a la cocina porque ni el guacamol les sale bueno! ¡Qué desperdicio mira! Aquella moraleja nunca se me olvidó y empecé a experimentar con amigas y familiares acerca de las claras batidas, a mi hermana Nora por ejemplo no le crecen, no obstante, le quedan mejor otras comidas horneadas, en cambio a mi hermana Carolina sí y es excelente pastelera.

    Este recuerdo es parte de una respuesta que le di a mi hija anoche cuando traté de hacerle la analogía respectiva, “a la mami, qué intensa la señora, denunciar por femicidio a un periódico sí que es una locura” me dijo, tras cuestionarme cuál es el límite de la libre emisión del pensamiento, es sencillo, el respeto le dije, cuando te das a respetar y cuando sos consistente en tu vida mija, si decís que sos correcta, entonces haz lo correcto, pero volvamos a la denuncia de la señora.

    Pues hace algunos meses, al parecer, la señora dejó entrar a su cocina a esa gente mala leche, de sangre pesada, cae mal pues, de esos que cortan la leche y las claras del huevo, de esa gente que llevan ideas novedosas y cuando intentan darle sabor a un guacamole, no hay sal ni limón que les ayude, asesores que tal vez pensaron que al igual que con Roxana Baldetti, el reclamo legal aduciendo femicidio no pegaría, es que ya los imagino diciendo, “pero nos serviría de disuasivo”… y ahora que las claras estaban a punto de nieve, entra ese alguien que las corta, ese vecino pesadito, es decir la  Sala de Apelaciones, la cual conoce las resoluciones del Juzgado de Primera Instancia Penal de turno que recibe las denuncias de femicidio y otras formas de violencia contra la mujer, que, dicho sea de paso, desestimó la denuncia porque es un tribunal de imprenta la vía correcta para conocer el caso denunciado por Torres Casanova, ay Dios, ya dije los apellidos…

    Me surgen algunas interrogantes, y no estoy pensando mal pero, ¿no será que la Sala también tiene su candidato?

    Será que por hacer un “favor” resultó este fallo en detrimento de los votos para el partido verde, ¿no será, que el que entró a la cocina habría contemplado el tan repetido momento procesal oportuno que bajaría las claras a punto de nieve?

    Mi solidaridad con los colegas de elPeriódico a quienes conozco y con quienes reporteamos en más de una veintena de conferencias de prensa. A su trabajo nuestro profundo respeto, a ellos y sus familias, desde Artículo35 nuestra solidaridad y apoyo.

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