
Por Jeanny Chapeta
Escritora y columnista. Divagadora profesional. Gestora de fantasías.
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Si hubiese sido una cuestión de escoger, a mí me habría encantado que mi talento fuera dibujar o construir. Pero pasa que entre mi software no venía la inteligencia espacial.
Para muestra, tengo treinta y tres años y todavía no sé manejar un auto, pero esas tristezas por todo lo que pudo ser y no fue dejemoslas para otro rato.
Siempre permanecerá en mi memoria un “articulillo” que encontré en una revista Selecciones de 1997 en la que un hombre decía que para él escribir era como para un pez estar en el agua y me pareció muy lindo que se pudiera reconocer en algo que le era tan natural. Yo empecé a leer como todos, en Kinder, con uno de esos libros que o te hacían aprender o te hacían convulsionar por su gama tan obscena de colores, pero lo hacía mal, como la mayoría.
Fue hasta primero primaria, que teníamos que leer un cuento de una página y a mí me tocó uno sobre un borriquito que pastaba en la pampa que entendí que no sabía un centavo de idioma. Luego de un bochornoso tratar lo que era un borrico, qué significa pastar y qué es una pampa y hasta el sol de hoy, los libros para mí han sido confort y sufrir, huidas y reencuentros, pero, sobre todo, sentirme en casa, incluso, después de divorciarme, buscando dar un giro a mi vida, cuando empecé la U, me hice profesora en lengua y literatura y de paso conocí profesores increíbles, escritores, editores y colegas literarios que me hicieron sentir que estaba en el camino correcto.
Gané mi primer premio gracias a un concurso de la U en el mismo semestre en que conocí a Denise Phé-Funchal, a quien considero mi mentora y la mujer que más admiro en la escena local, y desde ese lejano 2015, la vida literaria ha sido para mí como para un pez estar en el agua.
Todo lo que he hecho en mi vida es contar.
Amenizar reuniones familiares y estadías aburridas de trabajo es mi especialidad. Mis cuadernos estuvieron perlados del sello del lorito que dice que uno no se calla y mi trayectoria personal ha sido que me cambien de lugar porque inevitablemente voy a mover la boca y ni modo. Uno no es lo que quiere, si no lo que puede ser.
Les cuento esto porque en pocos días presento mi último libro, Rumores del callejón Miseria.
Son cinco libros ya. Quién diría quién diría, diría Arjona. No me malinterpreten. Sé que mi carrera es incipiente y mis historias aun no son tan leídas, pero estoy haciendo lo que me gusta y mientras tenga cosas que contar e historias por descubrir aquí seguiré, a gusto en mis aguas.