¿Agua limpia y saneamiento en Guatemala?

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    Por Carlos Mérida

    Escribiendo en Vox Populi

    redaccion@voxpopuliguate.com

    A propósito de la celebración del día mundial del agua, me permito hacer algunas breves reflexiones sobre la problemática asociada al tema.

    El 22 de marzo se celebró en todo el mundo, como se viene realizando cada año desde que en la cumbre de Río de Janeiro en 1992, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD), diera la recomendación de celebrar un día especial para el agua: “En general no se aprecia el grado en que el aprovechamiento de los recursos de agua contribuye a la productividad económica y al bienestar social…” resolución A/RES/47/193 https://undocs.org/es/A/RES/47/193 .  

    En los últimos cinco años la celebración ha venido cobrando relevancia en el país a través de diferentes instituciones del estado, escuelas, oenegés, entre otros.  Pero estos son llamados puntuales a la conciencia y, por lo general, pasado el día la problemática queda en el pasado.

    José vive en el área rural de Guatemala, en una de las aldeas de Cubulco, Alta Verapaz al otro lado del río Chixoy.  Él con sus cinco años inicia su día a las cuatro de la mañana para ir con su madre y sus tres hermanas a traer agua al nacimiento de la comunidad que está en la montaña a seis kilómetros de la aldea. Acaban de empezar está rutina otra vez, puesto que se dañó la tubería que había instalado una ONG hace algunos años, y el comité de agua que se había formado en la comunidad ya no pudo mantener por falta de fondos para repararlo.  

    Checha pasó su niñez en el barrio de la Recolección, en la zona 1, de la Ciudad de Guatemala en los 80.  En ese entonces llegaba a casa el servicio de agua de la empresa Mariscal, él y las mujeres de la familia también tenían que levantarse a las cuatro de la mañana para llenar los depósitos de agua, bañarse y aprovechar lo poco que llegaba, ya que el servicio duraba solamente entre dos a tres horas al día, entre dos y tres veces por semana.  Así era la dinámica en la mayoría de los hogares del sector en ese entonces. Pasados los años y con esfuerzo la familia pudo instalar un sistema de cisterna propio, la cual era la alternativa de la mayoría de las casas en el barrio.

    Con el tiempo Checha consiguió comprarse una casa en uno de los residenciales del área metropolitana, de esos que el atractivo para la venta de casas es que estos poseen su pozo propio, algunos de los amigos de los hijos de él crecerán con la idea de que el agua solamente viene del chorro, y mucho menos estarán conscientes que el acueducto que los abastece a ellos y a cientos de casas en la zona está bajando rápidamente sus niveles.

    Las historias anteriores se repiten desde hace casi cuatro décadas, y no solo son para Guatemala, son perfectamente replicables en cualquier parte del mundo.  Estoy seguro de que más de alguno escuchó alguna vez la frase: “Las próximas guerras no serán por petróleo sino por agua”.   Hoy por hoy, debido a las sequías prolongadas derivadas del Cambio Climático sabemos que esto ya es una realidad.

    Tenemos el ejemplo de África en donde la cantidad de conflictos que se dan alrededor del agua, o bien que el agua es uno de los factores que los provocan, se van acrecentando cada día.  En Sudán, desde los campos de refugiados en el Chad hasta Darfur, Etiopía, Somalia por mencionar solo algunos, la escasez hídrica genera conflictividad que se traduce en muertes, hambrunas, millones de desplazados.  Según datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) solo en Darfur se han desplazado 2.5 millones de personas de los cuales 1.4 millones son niños.

    Pero esto no es solamente en el árida y calurosa África, en Latinoamérica y específicamente en Guatemala la crisis hídrica es un problema actual, crítico pero ignorado por muchos y peor aún sufrido por una gran mayoría de guatemaltecos, y sin abordarse de manera integral por el estado. En el país, salvo contadas excepciones, el abastecimiento y saneamiento ni siquiera se ven como parte de una misma problemática y la correlación que existe entre ella y la salud y seguridad alimentaria. 

    Debido a esta problemática global es que uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), específicamente el número 6 se enfoca en “Agua limpia y Saneamiento”, ya que la Organización de Naciones Unidas (ONU) identificó que la escasez de recursos hídricos sin un saneamiento adecuado repercutirá en las poblaciones más vulnerables incrementando el hambre y la desnutrición.

    Según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) 2011-2012 solamente el 4 % de las municipalidades les dan tratamiento a sus aguas residuales, el resto lo vierte a cuerpos de agua, principalmente ríos, pero las municipalidades siguen sin cumplir el Acuerdo Gubernativo 236-2006.

    Urge la aprobación de la Ley de Aguas.

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