
Por Carlos Mérida
Escribiendo en Vox Populi
redaccion@voxpopuliguate.com
Estamos a pocas horas para ir a las urnas bajo un panorama con más incertidumbres que certezas. Sin embargo, si de algo estamos seguros conscientes o no, es de las carencias, necesidades y temas que se deben de tratar de inmediato desde las diferentes instancias de gobierno.
Uno de estos temas que no puede esperar más, es el manejo de residuos sólidos municipales, mejor conocida como basura.
Era la segunda mitad de los 80´s cuando Arzú iniciaba su primer periodo como alcalde de la ciudad, en el barrio de la Recolección, en la zona 1 de la ciudad, se acostumbraba que el “tren de aseo” es decir, quienes sacaban la basura de las casas eran los “indigentes” del barrio, que por unos 5 centavos o por un poco de comida hacían tan importante labor. Ellos entraban a las casas con costales sobre los cuales vaciaban los depósitos llenos de basura, para luego irla a tirar al botadero que estaba a un costado del periférico, del lado de la colonia Bran. Dicho sea de paso, en estos costales no salían botellas, papel o ropa, ya que ésta se la llevaban los recolectores que anunciaban su llegada con un tonito cantado cada quince días.
Años después, al paso que fueron desapareciendo los “indigentes”, y ya con Berger en la alcaldía, fue que la municipalidad empezó a realizar la recolección en el barrio y clausuró el basurero de la Bran, ahora eran camiones que pasaban y se iban cargados hasta el botadero de la zona 3.
Casi 30 años después y la situación ha cambiado de poco a nada. Los camiones siguen llegando al botadero de la zona 3, en muchos hogares se siguen separando el vidrio, papel y ahora también las latas para venderlas a los recolectores. Al final estas distintas opciones nos ayudan a quitar de nuestra vista el problema de los desechos, y olvidarnos por unos momentos de ellos, porque mientras siga viniendo el camión, o se la lleve el río, o bien sea el fuego que nos quite el incómodo y pestilente problema, podemos seguir así otros 30 años.
Poco se sabe de qué nuestros desechos se van a un botadero que está ubicado en el corazón de la ciudad, y que muchas familias dependen de lo que puedan encontrar de valor en ese lugar dominado por las mafias, la desolación, el abandono y la muerte. Y es que estar ahí es presenciar, sentir el apocalipsis en carne propia.
Según los registros el botadero empezó a tener un manejo a partir de 1,953, con una población menor y otros hábitos de consumo en esa época. Desde sus inicios con una pésima planificación, ya que está sobre el paso del río la Barranca, el cual lleva su caudal de basura por varios ríos a los que se une en su trayecto hasta finalmente llegar al río Motagua, el cual desemboca en las costas del caribe hondureño. Además, este río es el causante de los constantes socavamientos principalmente en el área conocida como “la mina”, y que a menudo cobra vidas de los “guajeros” que buscan objetos de valor en esa área.
Al final, alrededor de las diferentes aristas de esta problemática existen cosas inexplicables, cuestionamientos sin respuesta:
- Cierre: Son más de 65 años de estar operando y solo recuerdo un intento durante el gobierno del Berger para clausurarlo por medio del congreso, y otro al inicio de este gobierno por parte del ministro de ambiente de esa época, Sidney Samuels, lo cual quedó nada más a nivel mediático, ya que se hizo cuando recién se había dando un deslave que cobró varias muertes y desaparecidos en el 2016. ¿Hasta cuándo se abordará un plan concreto para su cierre y traslado?
- Usuarios: Unos dicen que son 7, otros 9 y hasta 14 los municipios que trasladan sus desechos al centro de la ciudad y los que suman un aproximado de 3,000 toneladas de basura diariamente, más el tráfico que generan los 550 camiones que ingresan día a día al botadero. Acá no recuerdo ninguna iniciativa que contemple a todos los alcaldes involucrados para buscar alternativas viables.
- Legislación: Las diferentes propuestas de ley de residuos sólidos municipales siguen engavetadas, y año con año se van sumando más propuestas, pero todas con el mismo destino: quedar archivadas.
- Costos: ¿Cuánto nos cuesta el “manejo” de ese botadero a todos los ciudadanos?
- Condiciones laborales: ¿Por qué los “guajeros” trabajan en condiciones precarias que distan mucho de ser mínimamente dignas, en un ambiente dominado por las maras?
- Conciencia: ¿Por qué a los ciudadanos les importa poco o nada lo que pasa con sus desechos?
Son muchas las preguntas y escazas las respuestas, pero es tiempo de reflexionar y hacerle estos cuestionamientos no solo a los candidatos a alcaldes, sino también a los presidenciables puesto que la problemática trasciende la capacidad de acción municipal. Y al momento de escuchar las soluciones de los candidatos hay que saber discernir entre las propuestas viables y las fantásticas e irrealizables, por tecnología, costos, etc. Una pista, el cierre y recuperación del área del botadero no puede ser inmediato. Las propuestas de reubicación deben de contemplar tecnología accesible y acorde a nuestras capacidades para el tratamiento de los residuos, considerar la logística de la recolección, y la estimación del cobro de la tarifa municipal. Y lo más importante debe considerar una vida digna para todos los que trabajan y viven de la clasificación de nuestros desperdicios.
No es difícil, solo es cuestión de voluntad.