
Por Lucero Mendoza
Escribiendo en Vox Populi
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La conspiración política ha tenido cabida a lo largo de los años dentro de los países que sufren cambios en sus estructuras de poder. Basta con echar un vistazo a los gobiernos de facto que se han establecido en Latinoamérica y en Guatemala durante su historia moderna, sobre todo durante la guerra civil, que tantas secuelas ha dejado al país.
Un conspirador, más allá de su perfil psicológico es egoísta y narcisista, pues antepone todos sus intereses -de poder- por sobre los de los demás, cree que todos son inferiores a él y no muestra empatía por las personas, tiene la característica de trabajar en secreto; de acordar acciones en favor de sus planes y llevarlos a cabo a través de medios sutiles, por decir lo menos.
Es de conocimiento público que las acciones que se han tomado desde el poder Ejecutivo de Guatemala, respecto a la coyuntura electoral judicializada, han dejado un mal sabor de boca nacional. Desde la visita del presidente Jimmy Morales a un excandidato (Mario Estrada), conspirador, por cierto, en su finca de Jutiapa, que además planeaba la muerte de otros dos candidatos junto al crimen organizado -ese que ya está instalado en el Estado-; las descalificaciones hacia el Tribunal Supremo Electoral, lo cual desautoriza al mismo tiempo la veracidad del proceso electoral; pasando por las poco certeras inauguraciones de carreteras, lo cual es una violación a la Ley Electoral. Sin omitir que también su hermano Samuel Morales obtuvo por medios ilegales y bañados de corrupción, sus antecedentes policiales limpios a pesar de estar en medio de un proceso judicial, donde el ministro de Gobernación, Enrique Degenhart, no pudo aclarar porqué se le había otorgado una constancia de antecedentes policiales al hermano del presidente. También están las imprudentes afirmaciones del mandatario sobre los acontecimientos violentos que podrían convertirse en lo que denominó “tragedia”, y al tanto, de haber desnudado su excesiva aseveración agregó “tragedia judicial”. Acto seguido un grupo de exmilitares, manifestó su inconformidad frente al Congreso y amenazó con boicotear de manera violenta e ilícita las elecciones de no recibir una indemnización inaudita para más de un millón de exsoldados que participaron en el ejército durante 1978 y 1981.
Los ex Patrulleros de Autodefensa Civil (PAC), muy famosos por causar dolores de cabeza a la nación con sus descomunales peticiones y muy a su castrense forma de resolver inconformidades, han ofrecido detonar bombas para este 16 de junio cual delincuentes y hacia quienes el presidente no emite un mensaje de rechazo. El líder de este grupo amenaza a la nación sin explicar a que se dedica en su vida cotidiana como el resto los ciudadanos guatemaltecos de bien y asegura que tienen el poder suficiente para llevar a triunfar en estas elecciones a cualquier candidato.
El presidente olvida que no puede hacer pucheros ni berrinches como un niño mimado a quien no le dan lo que quiere y cómo quiere según el deseo de su alma; olvida que su función principal como jefe de Estado, la cual no es argumento de algún artículo de opinión o sugerencia social, sino que está establecido en la Constitución, es defender y velar por la seguridad nacional y no ser sospechoso de dirigir un movimiento que pone en evidencia la vulnerabilidad de un proceso eleccionario.
Olvida el mandatario que su función es salvaguardar la dignidad nacional, que ya ha tocado varios fondos en su periodo de gobierno.
El presidente no comprende que, más allá de la prepotencia y la crítica hacia quienes tienen el derecho de cuestionarlo, es su obligación rendir cuentas claras y no ambiguas sobre sus acciones y acuerdos debajo de mesa. Que no olvide que hay exfuncionarios ahora mismo en la cárcel esperando condena. El presidente debe recordar que su necesidad de reconocimiento y poder no pueden pisotear la ley y que no debe enfrentarse a las mismas instituciones que está obligado a fortalecer. Según un informe del Servicio de Investigación del Congreso de EE. UU, documento denominado “Combatiendo la corrupción en Latinoamérica, consideraciones congresionales” se determinó que la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig) se enfrentó a un gobierno que se oponía a su misión; se concluyó en dicho análisis internacional que Jimmy Morales es hostil hacia ese ente internacional.
¿Por qué Jimmy Morales se reunía con personajes como Mario Estrada? ¿Por qué los augurios del presidente sobre el proceso electoral parecen convertirse en realidad como si fuera un vidente? ¿Por qué el presidente no condena los actos de violencia que se relacionan a lacerar al país? ¿Por qué pareciera que el presidente conspira de acuerdo con sus caprichos políticos? ¿Por qué pareciera que el presidente conspira con otros funcionarios para llevar a cabo planes políticos que destruyen la credibilidad de los poderes del Estado como el Legislativo y el Judicial?
Incluso, el presidente Jimmy Morales se encuentra en recuperación debido a una lesión que sufrió cuando participaba en un partido de fútbol junto a miembros del ejército en el cuartel Mariscal Zabala, otra actividad, que no era de carácter público.